Alocución rosacruz de parte del Imperator ante el Congreso Brasileño
“La naturaleza puede ser asimilada en el cuerpo del Ser
Inmenso que llamamos “Dios” y que
Concebimos como infinito y eterno.
Ella realiza entonces el Pensamiento divino.”
Escritor y alquimista François Jollivet-Castelot (1874-1937)
Como es sabido por todos, nuestro planeta está en peligro: sufre de contaminaciones diversas, sus ecosistemas están amenazados, muchas especies vegetales y animales han desaparecido o están en vías de desaparición, el clima se calienta suscitando el temor de la crecida de los mares, océanos, etc. Ahora está claro que los hombres tienen gran parte de responsabilidad en esta situación. Si no se hace nada a corto plazo a nivel mundial, los males que sufre la Tierra van a crecer en frecuencia y en intensidad, poniendo en peligro a la propia humanidad. De los cuatro reinos de la naturaleza, el humano es el más frágil y el más vulnerable, porque su sobrevivencia depende de los otros tres. Atentando contra estos últimos, el hombre se condena a sufrir e incluso, en el peor de los casos, a desaparecer o en parte o totalmente.
La Tierra no es solamente nuestro escenario de vida. También es nuestro ambiente de evolución espiritual, ya que es el lugar destinado a la humanidad para que ella tome gradualmente consciencia de su origen y se desarrolle a nivel interno. Para esto, la Tierra es el templo común para todas las almas encarnadas en ella. Visto desde este ángulo, la Tierra y la humanidad se circunscriben en un Plan divino que trasciende el mundo material y las vicisitudes de la vida. Si todos los seres humanos tuvieran consciencia de ello, no solamente serían más respetuosos con respecto al medio ambiente, sino mantendrían relaciones más fraternales entre ellos. Igualmente, estarían más inclinados a llevar a cabo una búsqueda espiritual, y cuestionarse sobre el sentido profundo de la existencia. Haciendo esto, el ternario Dios-Naturaleza-Hombre tomaría completamente su sentido y su valor.
Desde un punto de vista rosacruz, la naturaleza es el más bello de los templos. En efecto, todos los templos construidos por los hombres, fueron hechos con el objetivo de venerar a los dioses o al Dios en el cual creían y que veneraban en un momento dado de su evolución. En relación con nuestro planeta, él es la expresión misma de las leyes divinas, es decir, las leyes naturales, universales y espirituales. Todos deberíamos reconocer que estas leyes actúan con inteligencia y sabiduría a través de todos los reinos. De hecho, todo individuo suficientemente sensible e inteligente admite que la naturaleza es lo más hermoso, en el sentido estético y filosófico del término. Por eso, ella manifiesta todas las artes que podamos concebir, hasta el punto de despertar en la consciencia humana las emociones más nobles. Esto es lo que explica el por qué hasta un ateo tiene tendencia a “divinizarla”.
La Antigua y Mística Orden Rosacruz es un movimiento filosófico, iniciático y tradicional mundial. No sectario, no religioso y apolítico, no impone ningún dogma, sino presenta sus enseñanzas seculares a cualquiera que se interese en el misticismo, la filosofía y la espiritualidad, dejando a sus miembros la más absoluta libertad. Abierta a los hombres y a las mujeres, sin distinción de raza, de religión o de clase social, tiene por divisa: “La más amplia tolerancia en la más estricta independencia”. En todos los países en donde está activa, es reconocida como una organización sin fines de lucro.
En este inicio del siglo XXI y del III milenio, cuando el futuro de nuestro planeta está gravemente amenazado, y con ello la supervivencia de la humanidad, creemos que es conveniente recurrir a una ecología espiritual mediante esta alocución:
· Recordemos que la Tierra que habitamos hoy existe desde hace más de cuatro mil millones de años, que el hombre, como tal, apareció hace aproximadamente tres millones de años, y que en menos de un siglo ha puesto a la Tierra en peligro.
· Recordemos que las dos terceras partes de nuestro planeta están cubiertas de mares y de océanos, que nuestro propio cuerpo está compuesto de un 75% de agua, y que no podemos sobrevivir sin ella.
· Recordemos que las florestas son los pulmones de la Tierra, que ellas producen el oxígeno que respiramos, y que sin ellas no habría atmósfera y, por lo tanto, vida.
· Recordemos que los animales vivían en nuestro planeta hace millones de años antes de la aparición del hombre, que la supervivencia de la humanidad depende de ellos, y que son seres inteligentes y sensibles.
· Recordemos que todos los reinos de la naturaleza son interdependientes, que no hay ni vacío ni frontera entre ellos, que por el hecho de su existencia, cada uno a su nivel y bajo formas diferentes, son dotados de consciencia.
· Recordemos que la Tierra está rodeada de un aura electromagnética resultante de las energías naturales que le son propias, y que esta aura, combinada con la atmósfera, participa en la vida.
· Recordemos que la existencia de nuestro planeta no es el resultado de la casualidad o de una combinación de circunstancias, sino que forma parte de un Plan concebido y puesto en obra por esta Inteligencia universal que se le llama “Dios”.
· Recordemos que la Tierra no es únicamente un planeta que permite a los seres humanos vivir, sino que es igualmente el ambiente en el cual sus almas pueden encarnarse para llevar a bien su evolución espiritual.
· Recordemos que nuestro planeta es una obra maestra de la Creación, la cual sin ser la única en el universo, no deja de ser una rareza, y que es un gran privilegio para la humanidad habitarlo.
· Recordemos que la Tierra no nos pertenece, que está puesta a nuestra disposición mientras vivamos, y que es el más preciado de los patrimonios que podemos heredar a las futuras generaciones.
· Recordemos que no tenemos ningún derecho hacia nuestro planeta, sino únicamente deberes: el de respetarlo, de preservarlo, de protegerlo… En una palabra: de amarlo.
Recordemos esto, recordémoslo a nuestros hijos, y hagamos nuestra la siguiente fórmula:
“Terra humanitasque una sunt”
(Tierra y humanidad son una)
IMPRESIONES DE CARLOS SEIJAS, MONITOR REGIONAL DE AMORC, GUATEMALA
Hay dos frases que creo que sintetizan en el enriquecedor discurso de nuestro Venerable Imperator, para empezar la del final “Terra humanitas que una sunt” es decir Tierra y humanidad son una, hemos dejado que el mundo de la confusión, que el bosque de los errores, nos haga olvidar que nosotros necesitamos la naturaleza, tanto como ella necesita de nosotros. Es muy frecuente que ponga el clásico ejemplo de dos animalitos que mantiene el equilibrio total de la naturaleza, en primer lugar la abeja, sin su trabajo, si la abeja desapareciera, toda la naturaleza dejaría de existir, pues la polinización que realizan estos pequeños y amorosos seres permite que la naturaleza se regenere ciclo tras ciclo.
El segundo es el elefante, un elefante como aproximadamente 136 kilos por dia, de lo cual el 80% lo defeca, y uno se pregunta ¿entonces porque come tanto? La respuesta es sencilla, las heces del elefante son el fertilizante de la selva africana y asiática, sin los desperdicios de los elefantes no habría regeneración. Si el ser humano no existiera, la consecuencia para la naturaleza sería una: reverdecería. Claro, esto nos lleva a la conclusión simplista de que por lo tanto somos unos parásitos, que enfermamos a la tierra más que la ayudamos. En sí nuestra misión no es la de ser parásitos, sino aprender a coexistir con en este medio material que representa la dimensión de la tierra, y llenarla de algo que le hace falta y que solo nosotros tenemos: amor.
Por ello la siguiente frase del discurso del imperator nos da la clave, y es la cita que hace al inicio del discurso, de François Jollivet-Castelot: “La naturaleza puede ser asimilada en el cuerpo del Ser Inmenso que llamamos “Dios” y que Concebimos como infinito y eterno. Ella realiza entonces el Pensamiento divino.” Veamos, la naturaleza puede ser asimilada en el cuerpo del Ser Inmenso que llamamos Dios y que concebimos como infinito y eterno, el cuerpo de Dios asimila la naturaleza, y realiza el pensamiento divino, tal como nos los dice nuestro pasado imperator Ralph Maxwell Lewis, “no debemos estar tan preocupados de qué equilibrio mantendrá la naturaleza. Más bien, deberíamos preocuparnos un poco para que nuestro equilibrio no pueda afectar el orden en la naturaleza que nosotros necesitamos para la supervivencia de futuras generaciones y quizás de la nuestra propia.” A esto se refiere Jollivet-Castellot, a que somos nosotros los llamados a realizar el acto de amor, encontrar nuestro equilibrio y hacer de esta tierra nuestro hogar más que nuestra casa y como nuestro corazón es el hogar en donde habita ese Dios infinito y eterno.
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